Cuestión de Fidelidad

Sereno y altivo moraba
en un árbol robusto y alto
medio seco ya por los años
pero de raíces encarnadas
Sus alas siempre plegadas
en grácil majestuosa postura
pico abierto y encorvado
y ojos llenos de ternura
hacia la dama solitaria
que llegaba con negro encaje
haciendo un juego perfecto
con su azabache plumaje
Eterno ojinegro acompañante
de la siempre misteriosa dama
enlutada de hermosos ropajes
puntual siempre en su llegada

Como podía echarla de menos
y buscarla al caerse el día
cuando el silencio de la noche
los grillos solo rompían
si la dama de negro velo
nunca volteaba la mirada
hacia el enamorado beduino
que sobre las ramas cantaba.
Cruel destino la del cuervo
que por mas que se esforzaba
chillidos roncos brotaban
del fondo de su garganta,
y no había partitura
para ese suspiro profundo
que mas parecía un quejido
o el llanto de un moribundo

Vagando por los bosques
las noches se le pasaban
brincando en altos cipreses
subiendo de rama en rama
y en esa oscuridad
respiraba su aroma en el viento
danzando con los insectos
que le brindaban su poca luz,
saboreaba el polvo en la lluvia
divagaba simple en su canto
todo era poesía si ella
le extendía hacia él su manto
como futura promesa
de siempre seguir sus pasos
cuando ella regresara mañana
al llegar el silente ocaso