El deseo del mar

Preguntaba el mar con roncos bramidos a su niña amada que lloraba sobre la cima
el porque de esas lágrimas tan amargas que entre sollozos caían sobre sus olas,
y la niña desde la acantilada orilla alzó con disgusto sus brazos y expuso su queja:
"Lloro porque envidio la magnitud de tu fuerza y el ímpetu con que vas por la vida,
conociendo lo que hay tras el horizonte sin detener tu camino al tocar algún puerto,
sin que existan esclusas que detengan tu inagotable caudal por mucho tiempo
cuando crecen tus entrañas al vertirse en tu vientre el clamor del oscurecido cielo
y desatas tu furia indomable cuando quiere dominarte el prepotente viento."

Y la mar calmando un momento el romper de sus olas contra las piedras le dijo serena:
"He conocido marineros que saltan al mar por añorar un amor perdido para siempre,
mujeres que van entrando en mis aguas deseando lograr conseguir el olvido eterno,
Ilusionistas que van persiguiendo un sueño tras el canto de seductoras quimeras,
pero niña, en la lista de tontos que he visto acercarse a mi orilla tu eres la primera."

"Me envidias la vida de errante que llevo vagando solitario de un puerto a otro puerto,
por no tener alguien que pueda dominar la furia constante que guardo en mi pecho,
que logre tan solo con sentir su presencia la quietud y la paz que anhela mi cuerpo
y yo niña en este momento cambiaría esta inmensidad por un amor de a de veras.
Por unos brazos que fuerte y dulce me enlacen sin que sean amarras ni cadenas,
por sentir una mirada clavada como una daga que en vez de matar me de vida,
entregarle dedicación, fidelidad y un amor verdadero sin que sea un sacrificio cada día
y encontrar un lugar para descansar de haber estado vagando como un alma en pena."
.
La niña enjuagando su rostro escuchaba las tristes palabras que el mar le decía
se dio cuenta que hasta ese momento la envidia de querer ser diferente cegó su mirada
nublando la presencia de alguien que a su lado cada día intentaba lograr que lo amara
mientras ella pretendía encontrar en un mundo sin amarras su anhelada felicidad.
Giró sobre sí sus pasos y emprendió el regreso mientras a lo lejos el mar le gritaba:

"Tienes al otro lado de esta orilla mas de lo que tengo en esta inmensa vacuidad,
tienes una vida plena de alegría, un amor que te espera y yo solo tengo esta soledad,
corre por tus sueños niña, el amor no espera y por ti siempre estará esperando el mar."