Como vamos pasando la vida tejiendo una manta con hilos de sueños color realidades, que dejan vislumbrar estampas de ciertos fracasos y rayitas por cada camino recorrido…como vamos construyendo lo que un día será nuestra mejor cobija y calentará nuestros cuerpos exhaustos por el andar y nos llevará de nuevo expulsados a través del espejo.
Solo se trata de hilvanar los hilos con ciertas técnicas que nunca podrán ser imitadas por ningún artesano, y esta en manos de cada uno poder llegar al final con el resultado deseado.
Debemos cuidar de entrelazarlos con la misma dedicación que ponemos al velar por nuestros hijos, con esa ternura que reflejan nuestros ojos al verlos desde lejos y saber que van creciendo felices, con el escalofrío que sentimos en el vientre la primera vez que nos enseñan una rodilla sangrando, con el llanto mas callado que desbordamos por dentro el día que parten de casa, con el amor mezclado junto a los ingredientes del primer pastel de cumpleaños, con el orgullo escapando por cada poro como el humo en una tetera al verlos realizar sus sueños.
Con la ilógica matemática de dividir el corazón en partes iguales para cada uno de nuestros afectos y que a cada uno le toque por completo, con la hipótesis inconclusa de no saber quien amo mas, porque al final no importa, con la musical sensación que mueve nuestros cuerpos, llevando siempre el mismo temblor en la piel que sentimos en el primer beso y entregando si es posible el alma por un sueño y llorar como un niño al ver que solo somos seres limitados por las circunstancias, las distancias, y el destino.
No es demasiado complicado, es mas bien fácil, pero no hay fórmula que la copie, no hay como clonar el resultado de ese abrigo, solo un pequeño toque de amor en cada cosa…una pizca de nada y al final ella solo se entreteje.
Solo se trata de hilvanar los hilos con ciertas técnicas que nunca podrán ser imitadas por ningún artesano, y esta en manos de cada uno poder llegar al final con el resultado deseado.
Debemos cuidar de entrelazarlos con la misma dedicación que ponemos al velar por nuestros hijos, con esa ternura que reflejan nuestros ojos al verlos desde lejos y saber que van creciendo felices, con el escalofrío que sentimos en el vientre la primera vez que nos enseñan una rodilla sangrando, con el llanto mas callado que desbordamos por dentro el día que parten de casa, con el amor mezclado junto a los ingredientes del primer pastel de cumpleaños, con el orgullo escapando por cada poro como el humo en una tetera al verlos realizar sus sueños.
Con la ilógica matemática de dividir el corazón en partes iguales para cada uno de nuestros afectos y que a cada uno le toque por completo, con la hipótesis inconclusa de no saber quien amo mas, porque al final no importa, con la musical sensación que mueve nuestros cuerpos, llevando siempre el mismo temblor en la piel que sentimos en el primer beso y entregando si es posible el alma por un sueño y llorar como un niño al ver que solo somos seres limitados por las circunstancias, las distancias, y el destino.
No es demasiado complicado, es mas bien fácil, pero no hay fórmula que la copie, no hay como clonar el resultado de ese abrigo, solo un pequeño toque de amor en cada cosa…una pizca de nada y al final ella solo se entreteje.
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