En efecto, ni para uno ni para el otro, la entrega mutua debe ser considerada como abandono. Podría decirse que cada uno, bajo sus normas de conducta, sensibilidad y cultura diferente, se entrega, y con esto no implica abandono permanente de sus virtudes, ideas, opiniones, deseos, sino una complementación con los de tu pareja, entregar lo tuyo y recibir a cambio tanto lo bueno como lo malo de el/ella, sin que esto sea considerado como obligatoriedad que rebaja a la persona sino como un estado más digno y placentero de la relación.
Sin embargo, a mi parecer, cierto es que la mujer, ya sea por ese grado de cultura acumulado a lo largo del tiempo, bueno o malo, nocivo o benéfico, según cada opinión, o por su propio instinto individual, particular, si es más propensa a jugar ese papel de entrega un tanto distinto al ya descrito, habrá quienes en ese estado sean a su manera felices, será que les gusta que el hombre sea el guía y posesor casi absoluto de la relación, digo que no es lo mejor, pero los hay tales casos.
La mujer es más sensible que el hombre por norma general (las excepciones no rompen las regla), este punto en particular hace que la mujer sienta más, a veces para bien, a veces para mal, el caso es que llega a aceptar posturas, situaciones, fantasías, emociones, búsquedas de placer más profundas que el hombre, aunque obviamente es él quien genera tales cosas casi siempre, pero es por el mismo deseo de posesión, aun sea en un mero juego sexual o mental, Hay deleite en esto, de ambas partes cuando se es bien llevado, el caso opuesto también lo es, aunque menos practicado ciertamente.
La entrega en uno u otro caso debemos verla bajo el aspecto de compartir la relación amorosa en su aspecto general y la que atañe al aspecto sexual. A nadie rebaja cuando se hace con pleno convencimiento y sabiendo a lo que se juega, fantaseando mutuamente y respetando el placer que la otra persona merece y desea sentir, ahí el secreto de cómo, cuando y los demás cuestionamientos sobre la entrega en el amor.
Un ejemplo claro, Ella y yo.
Sin embargo, a mi parecer, cierto es que la mujer, ya sea por ese grado de cultura acumulado a lo largo del tiempo, bueno o malo, nocivo o benéfico, según cada opinión, o por su propio instinto individual, particular, si es más propensa a jugar ese papel de entrega un tanto distinto al ya descrito, habrá quienes en ese estado sean a su manera felices, será que les gusta que el hombre sea el guía y posesor casi absoluto de la relación, digo que no es lo mejor, pero los hay tales casos.
La mujer es más sensible que el hombre por norma general (las excepciones no rompen las regla), este punto en particular hace que la mujer sienta más, a veces para bien, a veces para mal, el caso es que llega a aceptar posturas, situaciones, fantasías, emociones, búsquedas de placer más profundas que el hombre, aunque obviamente es él quien genera tales cosas casi siempre, pero es por el mismo deseo de posesión, aun sea en un mero juego sexual o mental, Hay deleite en esto, de ambas partes cuando se es bien llevado, el caso opuesto también lo es, aunque menos practicado ciertamente.
La entrega en uno u otro caso debemos verla bajo el aspecto de compartir la relación amorosa en su aspecto general y la que atañe al aspecto sexual. A nadie rebaja cuando se hace con pleno convencimiento y sabiendo a lo que se juega, fantaseando mutuamente y respetando el placer que la otra persona merece y desea sentir, ahí el secreto de cómo, cuando y los demás cuestionamientos sobre la entrega en el amor.
Un ejemplo claro, Ella y yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario